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Machismo en la escena electrónica

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El pasado fin de semana se dio a conocer un hecho denunciable y muy lamentable que conmocionó las redes sociales de colectivos e individuos de la escena de la música electrónica, la dolorosa agresión sexual de una compañera, quien también es DJ.

Compañera, cuyo nombre no vamos a mencionar porque el objetivo de este artículo no es re-victimizar a la persona que ya tiene suficiente con el sufrimiento que le ocasionó un grupo de cobardes. Cobardes que, probablemente, utilizan la música como escudo para cometer sus fechorías, quienes ya se encuentran claramente identificados. El objetivo de este artículo, y de esta revista, tampoco es entrar en polémicas o ‘chismes’. La idea siempre ha sido mantener el debate en lo alto. Pero es valioso y necesario denunciar a estas personas que agreden, acosan y abusan, aprovechándose de determinadas circunstancias.

 

Dicho esto, el problema no empieza ni acaba aquí. Después que la compañera, valientemente, ha sido capaz de denunciar con nombres y apellidos, se desató una serie de posts en redes sociales en la misma línea de denuncia a los agresores y solidaridad con ella. Lo cual evidencia que la comunidad está unida y vigilante. No obstante, hay cuestionamientos más profundos que deberíamos realizarnos como colectivo cultural. Si bien identificar a agresores puntuales ayuda a generar consciencia en la gente que frecuenta espacios o eventos en los que ellos participan, el problema es sistemático y cultural.

 

Ecuador es un país machista, eso ya lo sabemos. Y, evidentemente, esta cultura se ve reflejada y reproducida en los diferentes colectivos y comunidades. Sin embargo, existen dinámicas de las cuales podemos escoger no formar parte para evitar que esta violencia se siga perpetuando en nuestra escena. El ejemplo más claro son estas ‘promociones’ de mujeres 2x1, ladies night (donde acuden también hombres a aprovechar el estado etílico de las ‘ladies’), mujeres barra libre, etc. Estas son dinámicas caducas. Vienen de una cavernaria creencia que reza que, mientras más mujeres haya en la fiesta, mejor esta se pone, ¿por qué? Es la pregunta. ¿Son las mujeres parte de la atracción u objeto de diversión en la fiesta? ¿Acaso es más interesante ligar con mujeres bajo el efecto de sustancias? ¿Por qué? Como individuos, podemos escoger pasar de este tipo de eventos que deshumanizan a las mujeres.

 

Por más insignificante que parezca, este tipo de micro machismos son más peligrosos que el machismo duro. Porque este machismo ‘blando’ está normalizado en nuestra sociedad, y por ende, en nuestros círculos sociales y eventos, por lo cual se siguen perpetuando. El machismo duro, por otro lado, se percibe a simple vista, se denuncia, se combate y se rechaza, al menos dentro de nuestra comunidad de música electrónica. Se ha popularizado mucho el mantra de ‘espacio seguro’, pero, ¿es un espacio seguro un lugar que reproduce micro machismos? No.

 

Todos conocemos los productores de eventos que hacen uso de estas dinámicas precarias, todos sabemos de los DJs que tocan la música ‘que les gusta a las nenas’, todos tenemos un ‘pana’ que asiste a las fiestas porque ‘hay culos’, y no podría faltar el pelmazo que comparte sustancias con el objetivo de abusar de personas bajo el efecto de éstas. A pesar de que esta última práctica sea la más repulsiva, todas las anteriores forman parte de un solo problema que afecta a las mujeres dentro de nuestra escena, misma que, muchas veces, se jacta de ser un ‘espacio seguro’. Está en nuestras manos dejar de asistir a estos eventos producidos con dinámicas micro machistas, dejar de apoyar a los DJs que tocan por aspiraciones misóginas, dejar de ser ‘panas’ con el tipo que busca víctimas en las fiestas, y sobre todo, denunciar y detener en el acto al violador que comparte sustancias para abusar de quienes aceptan su invitación.

 

El triste suceso que denunció la compañera, nos sirve para visibilizar un problema que está latente en nuestra escena, y también, para cuestionarnos, ¿cuántos casos como este existen sin denunciar? ¿Qué tan seguros son nuestros espacios? ¿Qué haremos para combatir el machismo en la escena de la música electrónica?

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