Una noche de Deviance

Es una noche fría y con neblina en Quito, llegamos al bulevar de la 24 de Mayo, en el centro histórico. Desde el auto, se puede escuchar música techno que proviene de una casa colonial en la esquina. Nos acercamos y en la entrada de la casa cultural, El Útero, nos reciben muy amables parte del staff de Deviance.
Entramos y nos dejamos guiar por el sonido para dar con el ‘dance floor’. Ya en la pista de baile, llaman mi atención dos cosas, la ambientación característica de este evento que se distingue por una luz roja que da una atmósfera infernal, además de aportar una visibilidad monocromática de los demás elementos. La segunda cosa es la música hipnótica y mental que está sonando a través del sistema de sonido. No estoy muy acostumbrado a escuchar este tipo de música fuera de casa. Por lo general, en los clubes o eventos de esta ciudad se escucha hard o melodic techno; algunas veces se trata de música mainstream. Lo cual no debería sorprenderme, este emblemático evento siempre ha ofrecido un espacio de música alternativa a la comercial.

Sigo recorriendo el espacio y encuentro televisiones viejas reproduciendo estática como parte de la decoración, un toque interesante que me invita a cambiar de canal o apagar la transmisión y entregarme a la liturgia musical. En el centro del espacio se encuentra el booth donde el deejay se emplea a fondo para darnos una experiencia sonora exquisita, rica en texturas y sonidos minimalistas que en fusión con el kick, que no siempre marca un beat four-on-the-floor, facilita la entrada en un estado de trance. Después de un momento, se suma otro DJ a este set, poniendo en escena un b2b sustancioso. La selección musical y la técnica es impecable. Cada cual con su estilo propio pero manteniendo especial cuidado al concepto. Conozco muy bien a estos 2 artistas pero no voy a mencionar sus nombres, por respeto a la propuesta del evento de no lineup. El público asistente se deja guiar en esta experiencia, se puede sentir una energía eufórica que, de tanto en tanto, se manifiesta con gritos y aplausos.
En cuanto a aspectos negativos, podría exigirse más decibeles en el sistema de sonido, sinceramente, pienso que hubiera aportado a la experiencia en su totalidad. No obstante, puedo entender que en una casa cultural deba mantenerse cierto nivel de ruido. También me hubiera gustado que la asistencia sea mayoritaria para que más personas puedan disfrutar de este estilo musical, que no es muy popular en TikTok ni en los venues más concurridos de la ciudad, pero que tiene mucho que ofrecer en cuanto a una experiencia más purista y cercana a la cultura techno y su origen sonoro.
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